viernes, 12 de enero de 2007

Muro parlante:


Cuatro personas a mi derecha, otras tres a mi izquierda, yo en el centro. Como diez a mis espaldas. Entre cerveza y tapa, tapa y cerveza, escucho las conversaciones de unos y otros. A mi diestra las mismas historias de siempre mil veces escuchadas, contadas con la misma liturgia de las otras veces: las mismas palabras, los mismos gestos, la misma intención.
A mi siniestra, algo más interesante: lingüística, cine y recuerdos de infancia y adolescencia. Me inclino hacia este lado casi todo el tiempo e incluso participo.
Los del fondo más que hablar, gritan, y entre los ruidos de las tres conversaciones me pongo de los nervios. Intento concentrarme en lo buenas que están las
puntillitas y lo fresquita que está la Cruzcampo. No escucho a los de poniente, muy poco a los de levante y mucho a los de detrás. Intento aislarme de tod@s y mi vista queda fija sobre la pared que está justo enfrente, pared que me sirve de espejo: me veo a mí mismo aislado como siempre, mientras los demás se agrupan y forman conversaciones de las que disfrutan, yo sólo pienso que esta noche cuando termine el tapeo y llegue a casa, se lo contaré a mi blog. Todo queda en lo que Juan Ramón llamaría: Mi blog y yo.

1 comentario:

al otro lado de la orilla dijo...

Para encontrar, tienes que buscar. Si perdiste la dirección de tu vida, probablemente no la encuentres entre tragos en el bar de la esquina. Date un descanso, date tiempo y espacio para estudiar lo que es importante para ti.